domingo, 2 de junio de 2013

ORGULLO

ORGULLO 
(1955) Manuel Mur Oti

Historia de dos familias, los Mendoza y los Alzaga, enfrentadas durante generaciones por el agua de un río que separa sus fincas colindantes. Tras años de ausencia, Laura Mendoza regresa a casa y se enamora de Enrique de Alzaga. Cuando están a punto de casarse, resurge el problema de la sequía, lo que reaviva viejos rencores y hace estallar de nuevo la guerra entre las dos familias. (FILMAFFINITY)

Curioso el personaje de MANUEL MUR OTI, un director absolutamente olvidado de nuestra cinematografía, que en su corta carrera –solo 17 títulos en 26 años- realizo, escribió y creó una serie de films a cual más ambicioso, y cual más interesante. La labor de la Filmoteca, que es muy interesante, no se ve compensada con otra labor que debería acometer de una vez Televisión Española, y es la de ir mostrándonos la historia de nuestro cine desde la perspectiva de todo aquellos que hicieron películas que iban mas allá de lo simplemente folclórico o simplemente cómico, como se empeñan en demostrarnos en esa cosa llamada: CINE DE BARRIO. Porque en España había un cine que era algo más que el de Paco Martínez Soria, un cine valiente y transgresor, que sin embargo buscaba también la comercialidad y la complicidad del público.

ORGULLO es una muestra de un cine posibilista que nunca llegó a desarrollarse y que encontró en Mur Oti un autentico pionero. Dejadme de nuevo que sean otros los que cuenten mejor que yo, porque considero ORGULLO una joya desconocida de nuestro cine:

“Se me hace incomprensible que este peliculón haya pasado desapercibido en la historia del cine español. Y eso más allá de los gustos de cada cual. Porque no es precisamente ésta una producción modesta. Es bastante ambiciosa la película, y encima cumple. El género es extraño, hay que verla. Es una especie de western hispano con aires goyescos pero en pleno siglo XX. Historia de pasados y pasiones. De caciques orgullosos. De amos y siervos. De tierra y agua. De ganado y bestias. De garrotes y estacas. De la España negra y reseca. Tremenda. Encima la protagonista es una mujer, Laura Mendoza, una niña rica que vuelve de París para hacerse cargo de la finca de su madre. Bueno finca, eso parece una posesión medieval, un ducado por lo menos. Y se reencuentra con el pasado de la familia y su rivalidad con los terratenientes de enfrente, los Alzaga. A la manera de los Montescos y los Capuletos se desatan unas pasiones que contaminan a los siervos, que sumisos se alinean con las respectivas familias. Es de destacar el lenguaje de campo, bello y recio, que se utiliza en los diálogos. Y todos hablan con una dicción perfecta. La podría haber filmado perfectamente Ford o Wellman, pero no; firma Manuel Mur Oti, un olvidado vigués de vida pícara y apasionante que emigró a Cuba y volvió para desparramar su genialidad en obras como ésta. Hay escenas que realmente es de lo mejorcito que puede ver uno del cine español. Impresionante.” (Gilbert –Barcelona-)


“Que películas como  esta tengan la misma nota media que Torrente dice mucho sobre la cultura cinematográfica de este país de pandereta. Luego oímos los lamentos de la industria, cuando la política de subvenciones y la gestión del cine en la televisión pública vienen gangrenando al público desde hace más de una década. Lo que hay es desconocimiento del buen cine que tenemos y hemos tenido. Y si alguien me dice que aquí no sabemos hacer cine, le remito inmediatamente a esta película. Una superproducción (sí, aquí también hemos tenido de eso) rodada en los bellos parajes leoneses de Riaño (lugar que conozco por veranear muy cerca), con una exquisitez técnica e interpretativa pocas veces vista en la historia del cine español. De hecho, si no fuera por la fisonomía de los protagonistas, cualquiera diría que estaba rodada en Wisconsin. A los mandos tenemos a Mur Oti, un director que desde ya pasa a mi lista de cineastas a descubrir. Su despliegue técnico a lo largo de la película es sobrecogedor: primerísimos planos, picados, contrapicados, travellings horizontales... La fotografía es asimismo alucinante, destacando el juego de luces del final con la pareja abrazada, la llegada de los campesinos al lago o el rostro lloroso de la protagonista al descubrir que ha llegado "tarde" a casa. Interpretativamente, todos los actores brillan a una altura descomunal, tanto por dicción como por interpretación. ¡Qué manera de representar el odio la de Cándida Losada (la madre)! ¡Qué metamorfosis la de la hija pijilla (Marisa Prado) a mujer implacable! “ (Tantra)


“En el momento en que escribo este comentario, apenas 59 usuarios han votado esta película, circunstancia muy ilustrativa de uno de los mayores males del cine español, que no es otro que el desconocimiento. ¿Cómo justificar de lo contrario que un filme de la calidad de éste sea tan ignorado? Yo no me considero ni mucho menos un "conocedor" del cine español, pero hasta hace poco creía haber visto lo fundamental del mismo; sin embargo, desde hace un par de años, he descubierto películas fantásticas o cuando menos interesantes de las que ni siquiera había oído hablar, y que jamás había visto programadas en televisión.” (QuaterMain 80 –Madrid-)

“Partiendo de una historia tan antigua como la injusticia, como es el enfrentamiento entre dos familias (en este caso terratenientes ganaderos enfrentados por intereses que por atávico orgullo primaron sobre la proyectada boda de los padres de nuestros protagonistas), ambientada en la dura y negra España de la posguerra, localizada en un duro y árido (como el alma de sus gentes) pueblo castellano en el que el rio es fuente de vida y el enamoramiento entre los hijos de aquellos que dieron lugar a tan tensa situación (murieron empleados de ambas familias en el conflicto inicial defendiendo más que el honor de sus amos, la mano que los da de comer), ella, Laura (Marisa Prado), recién llegada de Paris a donde su madre Teresa (Cándida Losada), una dura y recia mujer que a la muerte de su marido se hizo cargo de la inmensa finca, la mando a cultivarse, y el, Enrique Alzaga (Alberto Ruschel), hijo del patriarca de la familia enemiga, Don Enrique (Enrique Diosdado), que lleva la finca junto a este. Con estos mimbres, el excelente director Manuel Mur Oti a través de su inconfundible y acertada mirada a la hora de retratar las ancestrales costumbres por las que se rigen la gente del campo, las cuales tienen para estos mas ascendiente que la más justa ley escrita por jurista alguno y a través de esos extraordinarios enfoques mezcla de expresionismo y neorrealismo (solo por la escena inicial en la que vemos a la madre esperando a la hija en el andén del tren mientras este se acerca soltando vapor hasta que llega a su altura y la envuelve con este sin que ella mude la expresión está justificada el visionado) repito, con estos mimbres tenemos como resultado una magnifico retrato de aquella España que tan bien nos describía Antonio Machado en “Campos de Castilla” (con unas escenas de la pelea entre las 2 facciones dignas de “Pelea de campesinos” de Goya), en la que a través de un excelente guion escrito por el mismo en colaboración con el mexicano exiliado en España, José Suárez Carreño (finalista y ganador del premio Nadal respectivamente, Oti con su única novela publicada, “Destino negro” y Carreño con “Las últimas horas”), un desarrollo de la trama en evidente y brillante clave de western (con escenas que te ponen los pelos como escarpias, sin ir más lejos el primer enfrentamiento entre los otrora novios y sus secuaces en la linde) unos magníficamente retratados paisajes (gran parte de la cinta está rodada en los Picos de Europa y en el antiguo pueblo leonés de Riaño, hoy sepultado bajo las aguas de un embalse y lugar de nacimiento de Imanol Arias) y un casting en estado de gracia (especialmente Cándida Losada y Marisa Prado que realizan unos de los mejores retratos de mujer dura y desgarrada que he visto en un pantalla), nos da como resultado una autentica obra de referencia. Absolutamente recomendable.” (Tiznao –Madrid-)

A todo esto solo me queda constatar lo realmente desconocido que es para muchísimos de los que se autodenominan cinéfilos, las mejores películas de nuestro país, que se alejan de los ya consabidos (y no por ello menos maravillosos) Berlanga, Bardem y Buñuel.

A verla sin falta y a disfrutarla como si fuera un John Ford o un Howard Hawks. Aunque quizás para llegar a la altura de estos maestros, para mi gusto, solo le falta un poco de sentido del humor… entonces ya seria perfecta.

Clip de la pelicula:

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